23 septiembre, 2006

Influencias

No tengo buenos recuerdos del día de la primavera. Es algo natural, me cuesta engancharme con esas celebraciones por decreto. En Navidad, Año Nuevo y ni que hablar de los cumpleaños siempre me sucede lo mismo: todos felices y yo observando. Salvo el día del trabajador. Esa es la única fecha que recuerdo con agrado. Pero aquí interviene mi tío Fermín, justo él fue a nacer el primero de mayo, alguien que nunca tuvo un trabajo estable y al que todos en la familia criticaban por vago, borrachín, burrero y mujeriego. Cada encuentro familiar para festejar el cumpleaños de Fermín era una fiesta porque él disfrutaba viendo a sus parientes quejándose de su vida disipada y su falta de apego al trabajo. Mi padre decía que era un mal ejemplo para los mas chicos, y se ponía peor cuando el tío Fermin lanzaba una carcajada y decía “no me arrepiento de nada”. Para mí todo eso tenía sentido, un vago festejando el día de los trabajadores y para colmo con una fiesta financiada por los demás porque él no tenía un mango. A pesar de las caras largas, todos terminaban bastante contentos porque Fermin era querible, digo era porque ya hace unos años que dejó este planeta. Gracias a él conocí a Burt Bacharach. Me decía: "nena, vos ponés un disco del gran Bart y todos se vuelven buenos, empiezan a mirar con cariño a la persona que tienen al lado, sea amigo o enemigo, pariente o desconocido. Y mucho mejor cuando querés conquistar a alguien. Bacharach es infalible y siempre mejora la sonrisa de la gente y hasta provoca que los que no te quieren se emocionen con esas sinfonías románticas".

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Quiero conocer a tu tío Fermìn, a vos, a tu mamá y a toda tu familia.
Como dice Melero: Quiero estar entre tus cosas!

12:00 a. m.  

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