Caminar
Cuéntame cómo caminas y te dire quién eres -me dijo un amigo el otro día. -A ver... -y empecé a desfilar delante de él. Me causó tanta gracia ver cómo observaba mis pasos analizando mis brazos a los costados, la forma en que apoyaba los zapatos gastados que tenía en ese momento.
-¿Y, cómo soy? -le dije algo entusiasmada.
-Mirá, por tu forma de mover los brazos sé que sos de adueñarte de los lugares.
-No es algo muy simple de entender , no entiendo. Bueno, en realidad no comprendo, ¿cómo que me adueño de los lugares?- La realidad es que en varias ocasiones y en ámbitos diferentes me han dicho algo similar, entonces tenía que ver realmente qué era lo que me quería decir.
-No sé - dijo ya con cierto mal humor- no sé, pero te adueñás de los lugares, es como si todo te perteneciera.
Me quedé callada, no quería indagar más. Sin embargo, al verme así me dijo: -mirá, no es malo, es algo agradable. El problema es que cuando te adueñás del lugar también lo hacés con la gente.
-Ah, noooooo, pará -le dije- eso sí que no, yo no me adueño de nadie…
Mi amigo, que tiene los ojos soleados , digo un brillo especial, me miró y me dijo: -te adueñaste de mí, hace rato que no puedo dejar de mirar cómo caminás, cómo decís que sí, aunque la verdad son pocas las veces que escucho esa palabra salir de tu boca.
Si ustedes vieran la cara de mi amigo...era como un nene de 15 años que habla con una amiga sobre la chica de sus sueños, y ahí estaba yo siendo las dos al mismo tiempo, y la verdad me entristecí. ¿Hay algo más desolador que el amor no correspondido?
-¿Y, cómo soy? -le dije algo entusiasmada.
-Mirá, por tu forma de mover los brazos sé que sos de adueñarte de los lugares.
-No es algo muy simple de entender , no entiendo. Bueno, en realidad no comprendo, ¿cómo que me adueño de los lugares?- La realidad es que en varias ocasiones y en ámbitos diferentes me han dicho algo similar, entonces tenía que ver realmente qué era lo que me quería decir.
-No sé - dijo ya con cierto mal humor- no sé, pero te adueñás de los lugares, es como si todo te perteneciera.
Me quedé callada, no quería indagar más. Sin embargo, al verme así me dijo: -mirá, no es malo, es algo agradable. El problema es que cuando te adueñás del lugar también lo hacés con la gente.
-Ah, noooooo, pará -le dije- eso sí que no, yo no me adueño de nadie…
Mi amigo, que tiene los ojos soleados , digo un brillo especial, me miró y me dijo: -te adueñaste de mí, hace rato que no puedo dejar de mirar cómo caminás, cómo decís que sí, aunque la verdad son pocas las veces que escucho esa palabra salir de tu boca.
Si ustedes vieran la cara de mi amigo...era como un nene de 15 años que habla con una amiga sobre la chica de sus sueños, y ahí estaba yo siendo las dos al mismo tiempo, y la verdad me entristecí. ¿Hay algo más desolador que el amor no correspondido?